Vivimos en la ilusión de que somos independientes los unos de los otros. Lo miremos por donde lo miremos no somos seres independientes. Si lo miramos en una dimensión estrictamente física, somos la prueba de la interdependencia. En mi cuerpo hay millones de partículas que tienen millones de años de existencia independiente de este cuerpo y que se han combinado en este cuerpo, es decir, que ni siquiera me pertenecen. A escala biológica somos absolutamente interdependientes, si no existiesen los demás seres nosotros no podríamos existir -he nacido a partir de un padre y una madre, etc.-.
Somos radicalmente interdependientes en el ámbito físico, biológico, social, etc. Por eso, uno de los principios base de la enseñanza de Buddha es lo que se denomina el doble beneficio: el beneficio propio y el beneficio ajeno son radicalmente inseparables. Pero nosotros vivimos en un mundo que piensa y cultiva lo contrario, por ejemplo el liberalismo económico, salvaje, propio de los cazadores, que dice que el pez grande se come al pequeño. Cuando hablamos o criticamos las culturas y las sociedades en las que vivimos no estamos criticando algo exterior, es una autocrítica, es un reconocimiento de nuestro punto de partida, no es con ningún ánimo de cambiar nada exteriormente. El mundo no es algo exterior, las emociones son interiores, y a la suma de las emociones de los unos y los otros lo llamamos mundo exterior.
Tratamos a las personas y a las situaciones que vivimos por medio de esquemas; esto es bueno, esto es malo,... nunca de corazón a corazón, siempre tratando de obtener provecho, con el temor a que nos engañen, siempre buscando la felicidad obsesionados con evitar el sufrimiento propio, el de los demás no nos importa nada.
¿Cuánto tiempo dedicamos a generar en nuestra mente ese impulso de desear que todos los seres dejen de sufrir, sean felices y pongan causas de felicidad? ¿Cómo puede haber tantos seres en el mundo sufriendo y nosotros únicamente agarrados a nuestro dolor? Eso no es ser humano, es indigno. ¿Qué hemos aprendido durante estos años de existencia? Nada. ¿Qué hemos generado? Ignorancia, hemos alimentado esa ilusión del yo, el egoísmo, esa obsesión de obtener provecho y beneficio en toda relación que establecemos, sea económica, polìtica,acadèmica,social, familiar, de amor,... siempre nosotros por delante buscando afanosamente lo que a mí me puede satisfacer, nunca mirando a los demás a no ser que nos de satisfacción.
Quien quiera poner causas de felicidad y evitar las de sufrimiento debe adoptar una actitud muy sencilla: primero el beneficio de los demás, ese es el camino de la sabiduría. Los seres que llegan a la iluminación llegan necesariamente por el camino de dar la felicidad a los demás y tomar el sufrimiento de los demás, no dejar el sufrimiento de los demás o dar nuestro sufrimiento a los demás y quedarnos con la felicidad de todos.