Thursday, October 19, 2006

LA TOLERANCIA COMO CAMINO DE LA JUSTICIA (parte I I)

Dedicado a la buenamoza y tolerante ISALIV MATHEUS

¿Qué cosa es la tolerancia? Es un patrimonio de la humanidad.Estamos llenos de debilidades y errores : la primera ley de la naturaleza exige que nos perdonemos reciprocamente nuestras torpezas.

Voltaire , Diccionario filosófico

¨La tolerancia es un fruto de la duda. El democrático dice: creo estar en la verdad pero me podría equivocar, déjenme intentar y si los resultados de mis acciones son malos entonces tocará a ustedes el turno. El dictador dice: yo tengo la verdad y los resultados de mi actividad serán siempre buenos ; o conmigo o contra mí.

Norberto Bobbio , "Salvemini e la democracia"


La tolerancia y la justicia son virtudes paralelas o herma­nas porque ambas son relacionales, aunque con distinto sentido. A diferencia de otras virtudes (como la prudencia o el coraje) la tolerancia y la justicia no pueden ser predicadas en términos de un solo individuo y de sus actos. No son, estrictamente, sólo virtudes del carác­ter ni virtudes de la razón, sino en referencia a las múltiples relaciones que los individuos mantienen con otros indivi­duos. Tolerancia y justicia son virtudes de los individuos en sus relaciones, y son virtudes de las instituciones que en­marcan las relaciones entre los individuos. Sólo después, si esas relaciones pueden pensarse tolerantes y justas, decimos de quien las mantiene que es tolerante y justo y lo hacemos, precisamente, porque las mantiene. Toleramos a otro, recla­mamos ser tolerados por otro y, apoyándonos en ello, tole­ramos sus acciones y creencias y reclamamos ser tolerados en nuestras acciones y creencias. Si decimos que toleramos alguno de los actos o comportamientos de otro es porque son suyos, no nuestros; dependen de su voluntad o de sus creencias, no de las nuestras. En la tolerancia, nuestra vo­luntad o nuestras creencias tienen que hallar su relación con las de otro. Pero, la tolerancia no es sólo una virtud que se ejerce porque se refiere a la relación con otro; como vimos(parte I), también sucede, y paradójicamente, que esa relación es en cierto modo fruto de una demanda: reclamamos ser tolera­dos, se nos reclama que seamos tolerantes. Ese reclamo no es, de entrada, simétrico como lo es, por ejemplo, el inter­cambio de bienes o la simetría de la perspectiva moral y ju­rídica en la que suponemos la igualdad, moral y cívica, de todos. Eso se ve claro en la tolerancia clásica, negativa o ver­tical ‑que todos estos adjetivos le cuadran‑ en la que la re­lación entre soberano y súbdito configura la asimetría; pero también puede pensarse que la asimetría se da en relaciones más horizontales que parecían, de entrada, simétricas. In­cluso aquí el movimiento de la tolerancia parece arrancar de un requerimiento de alguien hacia otro y como una res­puesta de éste hacia aquél. Puede ser que, posteriormente, quien solicitó ser tolerado sea, a su vez, requerido a ser tam­bién él tolerante; pero, en cualquier caso parece que la de­manda a ser tolerado y la respuesta de la tolerancia no exi­gen simetría. Eso produce otra peculiar paradoja: por una parte, la tolerancia nace como forma de configurar el espacio público de tal manera que creencias diversas, modos de vida distintos, puedan convivir en ese espacio. En ese sentido, la tolerancia se habrá de institucio­nalizar en forma de simetrías: los derechos de todos y de cada uno. Pero la tolerancia nace de un movimiento de asi­metría, de una demanda de reconocimiento, de un requeri­miento de respeto hasta ese momento no atendido y, más bien, negado o no reconocido.La virtud relacional de la tolerancia parece, pues, más que una manera de ser o de hacerse de las instituciones y de los individuos (de configurarse aquéllas y de comportarse éstos), un movimiento por el que ambos alcanzan un punto de realización que pensamos, que idealizamos, como justo.
La tolerancia es,una peculiar virtud dinámica que busca cumplirse en términos de justicia. Y viceversa, cabe pensar que entre los motivos de la justicia, entre lo que lleva a realizar la justicia, estará la tolerancia. Porque no podemos pensar la justicia en un mundo plural, si no hay una reco­nocimiento equitativo, justo, de la diversidad. Cuando no es el caso, cuando la tolerancia aboca en injusticia, nos en­contramos con aquella flacidez y apatía de la voluntad y de la razón que,se consideraba debilidad moral o política,con la mala tolerancia. Si la tolerancia es virtud fuerte será, precisamente, porque su carácter dinámico conduce a la fortaleza de la justicia, no a la abdicación de la in­justicia. La mala tolerancia puede encontrar una de sus marcas en que se cumple como injusticia o, al menos, en que abdica de convertirse en justicia. Y precisamente, si la tolerancia se cumple en forma de justicia, y la justicia re­quiere de la tolerancia, podemos ver que ésta es virtud pública, una virtud que conforma, porque determina, las for­mas que llamamos justas de organización de lo público.

22-04-2002

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