El fundador histórico del Budismo fue el príncipe Gotama, el sabio del clan de los Sakya (Sakyamuni), más conocido como Sakyamuni Buda, quien nació, vivió y murió en el norte de la India, alrededor del siglo V antes de Cristo. Sakyamuni Buda alcanzó la iluminación o la visión de la verdadera naturaleza de la existencia, aproximadamente a los treinta años, después de seguir distintas prácticas de autocontrol, autoobservación y meditación. La muerte le sobrevino a la edad de ochenta años. Entre ambos acontecimientos, el Buda estuvo predicando incansablemente su doctrina durante cincuenta años. Durante este tiempo pudo desarrollar su propia experiencia individual y enseñada de manera muy variada, según la calidad y la profundidad de espíritu de las personas ante las que predicaba. A lo largo de estos cincuenta años de predicación, su enseñanza se fue manifestando cada vez más amplia, más profunda, más sutil, evolucionando desde los principios iniciales, que todo el mundo podía comprender fácilmente, hasta una compleja cosmovisión que requería una experiencia espiritual profunda para ser captada. Este hecho marcó la historia del Budismo y fue una de las causas de la posterior aparición de innumerables escuelas budistas centradas sobre talo cual aspecto en particular.
Después de la desaparición del Maestro, la comunidad de monjes que se había formado de manera flexible y natural a su alrededor, sin Escrituras ni instituciones, intentó organizarse y fijar la Enseñanza. Un año después de la muerte del Buda tuvo lugar el concilio de Rajagaha. En él se reunieron más de quinientos monjes alrededor de los principales discípulos, especialmente Mahakashyapa, Ananda y Upali. Estos dos últimos recitaron de memoria la enseñanza del Buda tal y como la habían oído durante los años que siguieron al Maestro. La asamblea aprobó y certificó esta enseñanza y de esta manera quedó establecido el primer canon budista llamado tripitaka (tres cestos) más tarde, cuando por fin fue puesto por escrito. No obstante, es posible suponer que este canon no recogió todas las variadas enseñanzas expuestas por Sakyamuni Buda durante cincuenta años de predicación, sino que se dio preferencia a aquellas que parecían de suma importancia y provecho para la conservación inmediata y : supervivencia de la orden religiosa.
BUDISMO MAHAYANA E HINAYANA
El siguiente concilio tuvo lugar cien años más tarde, en la ciudad de Vaisali. Parece ser que la razón principal de este segundo concilio fue la de esclarecer las diferencias que habían surgido en el seno de la comunidad respecto a la interpretación de los preceptos morales que regían la vida del monje. A partir de este concilio la comunidad quedó dividida en dos grupos: uno que defendía la observancia estricta de los preceptos morales y se ceñía a los principios de la enseñanza considerándolos inmutables y fuera de toda interpretación, y otro para el cual los preceptos morales debían ser vistos con una nueva luz teniendo en cuenta el marco socio- cultural de la comunidad. El primer grupo fue conocido con el tiempo con el nombre de Theravada “Doctrina de los Antiguos”, y también Hinayana o “Pequeño Vehículo”, mientras que el segundo sería conocido como Mahasanghika o “Miembros de la gran comunidad” y también Mahayana o “Gran Vehículo”. De hecho, las diferencias entre ambas ramas estriban en algo más que en la interpretación de los preceptos morales. En efecto, la práctica Theravada encajaba más en el ascetismo riguroso al que se había entregado la orden, llegando a adquirir una fuerte conciencia de sí misma como clase especial de la sociedad, apartada de los quehaceres comunes de los hombres y entregada a prácticas religiosas especiales. Por el contrario, las proposiciones Mahayanas presentadas en este concilio y defendidas especialmente por los monjes Vajji, argumentaban que el Budismo iba dirigido a todos los hombres y mujeres de la sociedad, por lo cual abogaban por romper el caparazón estrecho de la disciplina que los mantenía aislados de los hombres de su tiempo. Criticaban el hecho de que la orden se había convertido en una clase social especial, poseedora del Dharma y extremedamente celosa de él. En definitiva, abogaban por un retorno al espíritu original del Buda Shakyamuni.
No en vano este concilio tuvo lugar en la ciudad de Vaisali, patria del famoso practicante laico Vimalakirti, encarnación del espíritu Mahayana, cuya figura y enseñanza dio lugar al Sutra de Vimalakirti . Vaisali era además un floreciente centro de comercio libre y también la capital de los Vajji una confederación de cinco clanes que tenían una forma republicana de gobierno, el cual era ejercido por representantes elegidos en los clanes. En esta atmósfera progresista y cosmopolita es fácil imaginar que surgiera un movimiento opuesto al rumbo que estaba tomando la orden budista.
Sea como sea, a partir de este concilio las diferencias se hicieron patentes y surgieron estas dos ramas, que a su vez se subdividieron en otras tantas, según distintos criterios de interpretación. Esto no es de extrañar, sobre todo si se considera que el Buda mismo dijo que nunca había tenido la intención de dirigir una gran organización religiosa. En la India, además, el Budismo se desarrolló en forma de una serie de grupos bastantes autónomos diseminados por el país. Debido a la dificultad de comunicación, era imposible coordinar las actividades de todos ellos, tan desparramados, bajo una única autoridad central.
En cuanto a la doctrina, las diferencias entre los seguidores del Gran y del Pequeño Vehículo se fueron haciendo cada vez más evidentes. Los miembros del Hinayana seguían al pie de la letra una interpretación simplista de las Cuatro Nobles Verdades enseñadas por el Buda, a saber:
1.La existencia es sufrimiento.
2.El apego y el deseo son las causas del sufrimiento.
3.El nirvana es la completa liberación del deseo, y del sufrimiento.
4. El Sendero Octuple es la vía para llegar al nirvana.
De esta manera, la liberación individual, la entrada en la completa extinción del nirvana, se convirtió en la meta principal y el arhant, el liberado, en el modelo espiritual que se habría de seguir. Para conseguir el nirvana, el monje debía apartarse totalmente del mundo y entregarse a prácticas ascéticas, cuyo seguimiento hacía imposible cualquier contacto con los hombres del siglo.
No puede decirse que los principios Mahayana se opusieran a los Hinayanas, sino más bien el Mahayana integró y superó estos principios, alcanzando una visión y una experiencia espiritual más amplia, más real, en tanto que incluía y hacía participar a todos los seres de esta experiencia. Llevado a su exposición más elevada, el Mahayana predica la no-dualidad entre nirvana y samsara (mundo del sufrimiento y de los deseos), dualidad surgida de la ignorancia, causa última del deseo (incluso del deseo de alcanzar el nirvana), del apego y del sufrimiento. La liberación del sufrimiento y de los puntos de vista ilusorios no es pues el resultado del abandono del samsara y de la entrada en el nirvana, sino la realización espiritual de la verdadera naturaleza del mundo: naturaleza no , dual y vacua.
De esta manera, el Mahayana se convirtió en una vía de salvación universal, no reservada a la clase monástica, y el modelo pasó a ser el del bodhisattva o Buda viviente, es decir, aquel que habiendo comprendido el verdadero carácter de la existencia, permanece en el mundo del sufrimiento con el fin de ayudar a todos los seres hacia la verdadera budeidad. Por lo cual el bodhisattva necesita dos facultades esenciales: capacidad de penetrar en la verdadera naturaleza de los fenómenos, más allá de su aparente contradicción y medios hábiles -es decir, libertad de acción, utilización de cualquier medio-, para conducir a los seres hasta la budeidad.
Con el tiempo la especulación filosófica fue aumentando en el seno del Budismo indio, multiplicándose las escuelas y las comunidades y alcanzando a muchos grupos sociales y áreas geográficas nuevas. La primera gran difusión tuvo lugar bajo el reinado del emperador Asoka, en el siglo III antes de C. Por esta época, los misioneros budistas alcanzaron , los reinos griegos de Oriente y Ceylán, donde se redactó el Canon Pali. Desde el siglo I a.d.C. al siglo I d.d.C. tuvo lugar la expansión fuera de India, bajo la poderosa dinastía de los Kuchanes. En el siglo I penetró en China. De esta época es también el arte greco-budista de Gandhara, fruto del encuentro de las imaginerías mediterránea e india.
LA ESCUELAS MADHYAMIKA Y YOGACARA
Los primeros siglos de nuestra era (del s. I al IV) fueron los más brillantes del Budismo indio. Fue en esta época cuando se desarrolló el Gran Vehículo, a pesar de que ambas corrientes, Hinayana y Mahayana, continuaron existiendo juntas, a veces en un mismo monasterio. Pero poco a poco el Gran Vehículo eclipsó al antiguo, el cual permanecerá en el sur de la India, Ceylán, Birmania, Camboya...
El Mahayana alcanzó la máxima amplitud gracias a eminentes maestros, místicos y filósofos tales como Nagarjuna (250-300 aprox.), Asanga y su hermano Vasubandhu (fin del s. IV), fundador el primero de la escuela Madhyamika o Escuela del Término Medio, y los últimos de la escuela Yogacara o Vijñanavada, "Unicamente conciencia", las cuales se convertirían en las dos alas del Mahayana.
El Hinayana ponía el énfasis en el deseo como causa del sufrimiento y de las tribulaciones, deseo que nos encadena al mundo del samsara. Al mundo del samsara oponían el mundo del nirvana, o cesación de toda forma de deseo, paz absoluta. El Dharma era el camino que conduce a este nirvana, camino de renunciamiento, de ascesis, de aislamiento del mundo.
La Vía del Término Medio del Mahayana expuesta por Nagarjuna no niega la validez de estas proposiciones, pero las trasciende al sumergimos en el mundo de la auténtica realidad: es la mente ignorante la que crea una división del mundo extrapolándolo en pares opuestos: ilusión-iluminación, samsara-nirvana... Por lo tanto, querer abandonar el samsara para alcanzar el nirvana es todavía otra forma de ilusión, de ignorancia. Nagarjuna pone el énfasis en el despertar de la sabiduría (prajna) o visión iluminada de la verdadera naturaleza vacua de los fenómenos.
Así, la enseñanza predicada por el Buda alcanza una gran dimensión con la doctrina Madhyamika.
“Nada aparece, nada desaparece” es la concepción y la experiencia central del Mahayana, la realización de la identidad de todas las cosas en lo Increado -en la vacuidad-, ya que creación y destrucción son fenómenos percibidos solamente por la conciencia ignorante.
La doctrina Madhyamika es inmensamente sutil y profunda como para poder tratar la aquí. Es suficiente saber por el momento que su impronta en el Budismo Mahayana fue decisiva para la formación de esta corriente dentro del Budismo, corriente que, con el tiempo se volvería la más numerosa y extendida.
La Escuela Yogacara o Vijñanavada, la otra ala del Mahayana, resalta por la originalidad, el poder y la profundidad de sus concepciones. Su fundador fue Asanga y en cierta medida su hermano menor Vasubandhu. Para esta escuela, la conciencia (vijñana) es lo único que existe. Todas las formas de vida, todos los aspectos de la experiencia existencial están sostenidos por la conciencia. Nada puede ser explicado sin ella: el mundo en el que viven los seres es el fruto de su conciencia. La conciencia impura del ignorante fabrica un mundo troceado, escindido, confuso, contradictorio, mientras que en la conciencia inmaculada del bodhisattva, el samsara no es diferente, del nirvana. Ya en los antiguos textos budistas encontramos:
- "El mundo es conducido por la conciencia, es regido por la conciencia, todo obedece a una sola cosa: la conciencia.”
- “Debido a las manchas de la conciencia, los seres son impuros. Cuando se purifica la conciencia, los seres son purificados.”
La conciencia, en sí misma pura y una, indiferenciada, luminosa por sí misma, es idéntica a lo absoluto, a la vacuidad. Nada sucede fuera de la conciencia. Todo cuanto ocurre, ocurre en la conciencia. La Escuela Yogacara tendría una gran influencia en todo el Budismo Mahayana, tanto en el Budismo Tibetano como en el Zen.